Si no te ha pasado a ti, seguro que tienes alguna amiga o familiar o tal vez una conocida que tenía una dentadura perfecta, que no sabía lo que era una caries y que si había ido al dentista, antes del embarazo, sólo había sido para revisiones rutinarias.

Sí, escribimos en tiempo pasado, porque esa “felicidad buco dental” seguramente acabó precisamente durante o tras la gestación de su bebé.

Así es, el embarazo da lugar a una serie de cambios fisiológicos y hormonales que muy frecuentemente repercuten en la salud de los dientes y las encías. Y no se trata tan solo de una caries más o menos, estos problemas pueden incluso aumentar el riesgo de un parto prematuro o de que el bebé nazca con bajo peso.

Prevención de la gingivitis

La inflamación de las encías o gingivitis es la patología más frecuente durante la gestación. De hecho, aparece en el 60 o 75 por ciento de las mujeres, generalmente entre el tercer y el octavo mes de embarazo y suele desaparecer tras el parto. El problema es que la gingivitis desaparece, pero no sus consecuencias. Esta enfermedad se produce cuando la placa dental se acumula en los dientes e irrita la encía, produciendo su enrojecimiento, inflamación o sangrado. Al aumentar los niveles de hormonas y los cambios vasculares, la reacción de las encías a la presencia de elementos irritantes en la placa es mucho mayor. Pero los cambios hormonales no son la principal causa de la gingivitis, es la placa.

Además, es posible que también aparezca una tumoración benigna de la encía denominada ”tumor del embarazo”, “granuloma de embarazo” o “granuloma piógeno”, que suele localizarse en una zona con gingivitis que crece rápidamente. Está muy relacionado con la mala higiene bucodental y suele desaparecer tras el parto.

Especial atención a la higiene bucodental

Es fundamental que los dientes de la embarazada estén limpios, especialmente en la parte más cercana al borde de la encía, para evitar que las bacterias afecten al esmalte de los dientes provocando caries. La higiene bucal de la embarazada no suele ser la adecuada debido a que, con los vómitos y las molestias abdominales, se tiende a comer menos y por tanto se tiende a pensar que la limpieza no es tan importante.

Pero, todo lo contrario, hay que poner especial atención en la higiene bucodental en este periodo.

Visita al dentista

Junto con la higiene, es muy recomendable visitar al dentista al comienzo de la gestación e incluso antes, si se tiene previsto quedarse embarazada. Una revisión garantizará la buena salud de tu boca y si existe alguna patología se podrá tratar cuanto antes. Además, tu odontólogo es el profesional más indicado para aconsejarte sobre cómo cuidar tus dientes durante el embarazo y además te podrá realizar los tratamientos preventivos necesarios para evitar cualquier problema posterior.

Así que, ante la falsa creencia de que puede ser peligroso ir al dentista si estás embarazada ten claro que no sólo puedes, sino que debes hacerlo. No constituye peligro alguno, ya que en Clínica Carolina López sabemos qué medicamentos no se deben utilizar para no dañar al feto o perjudicar su formación.

Atención también a la boca de tu bebé

Por supuesto, después del parto no debes olvidar tu higiene bucodental. La única diferencia es que, a partir de ahora, no sólo deberás preocuparte de tu boca, la de tu bebé también te necesita. La lactancia materna es una etapa de vital importancia para el desarrollo físico, inmunológico y afectivo del bebé. Además, ayuda al buen desarrollo de los maxilares y favorece la correcta ubicación de la lengua en la cavidad oral para conseguir una correcta deglución.

Mientras puedas dar el pecho, lo ideal es que el bebé no utilice el biberón. Y en el momento que ya sea necesario sustituir la lactancia materna, lo ideal es adquirir biberones que tengan una tetina anatómica y un orificio pequeño, para que tu niño se vea obligado a extraer la leche y respirar por la nariz.

A ser posible, deberíamos intentar que el uso del biberón no se prolongue más allá de 2 años. De lo contrario, puede causar mal posiciones dentarías, mordidas abiertas o paladares estrechos y por tanto alterar las funciones masticatorias, de deglución o respiratoria.

 

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