Si imaginamos la más concienzuda de las rutinas de limpieza bucal, seguro que no falta el cepillo, la pasta y el hilo dental e incluso un colutorio. Con todo ello, limpiamos meticulosamente los dientes frontales y las muelas, cepillando por ambos sentidos y en ambas caras, continuamos pasando el hilo dental, para llegar a los recovecos menos accesibles y para finalizar, enjuagamos la boca durante unos minutos con un colutorio. Si repetimos este proceso tres veces al día podríamos pensar que seguimos una correcta higiene bucodental, pero no es así. Hemos pasado por alto la limpieza de la lengua. Sin duda, es tradicionalmente la gran olvidada de nuestra rutina de limpieza, pero esto debe cambiar, pues una lengua limpia es vital para nuestra salud bucodental y para evitar problemas como el mal aliento, la caries, la xerostomía (boca seca) o las enfermedades periodontales.

Su especial anatomía, compuesta por surcos y fisuras, hace que sea especialmente difícil de limpiar y que se acumule en ella el biofilm bucal. Es decir, se convierte en un foco permanente de bacterias. La apariencia de la lengua debe ser rosada y aterciopelada pero, si presenta una capa de color blanco, amarillento o marrón o aparece lisa, puede deberse a falta de limpieza o esconder alguna patología o problema de salud. Por todo ello, es fundamental limpiar la lengua correctamente, pues no solo nos ayuda a permanecer saludables, sino que facilita la hidratación de la lengua y por tanto, la digestión y también percibiremos mejor los sabores y evitaremos el incómodo y antisocial problema de la halitosis.

¿Cómo limpiar nuestra lengua?

Para tener nuestra lengua en perfecto estado de limpieza no tenemos que recurrir a complicados procesos o aparatajes ni usar demasiada fuerza. La parte trasera de tu cepillo dental o una cucharilla de postre puede servir para arrastrar los restos de comida y suciedad que pudieran quedar entre sus filamentos, pero también existen raspadores especies que son más ergonómicos y mejoran sustancialmente el resultado. El proceso de limpieza se puede resumir en cuatro pasos:

  1. Enjuaga tu boca de forma concienzuda durante unos minutos con agua templada, para reblandecer la capa que cubre la lengua y que así sea mucho más fácil que se desprendan bacterias y partículas de alimentos. Una vez bien enjuagada, no olvides escupir el agua del enjuague para evitar que las toxinas vuelvan a tu organismo.
  2. Herramientas adecuadas. Si bien puedes utilizar el dorso de tu cepillo o una cucharilla, es mucho más eficaz un raspador seco o rasgado lingual. En el mercado también encontramos cepillos interproximales, cepillos de dientes con limpiador lingual (generalmente se encuentra en la parte contraria a donde están las cerdas) y cepillos de cabezal intercambiable, que ofrecen la opción de un cabezal que actúa como limpiador lingual. Para limpiar la cara superior de la lengua debes raspar suavemente, empezando desde atrás hacia adelante. Este proceso se debe realizar en repetidas ocasiones, sin olvidarnos de los dos lados de la lengua. Lo ideal es que el raspado comience lo más atrás que puedas, pero esto podría producirte náuseas. Para evitarlas, deberás respirar profundamente por la nariz mientras procedes a la limpieza. Poco a poco, cuando vayas acostumbrándote a esta limpieza, esta desagradable sensación irá desapareciendo. El rascado de la lengua se debe realizar de forma sutil y sin forzar ni ejercer mucha presión. Primero de atrás hacia adelante y después de izquierda a derecha y viceversa.
  3. Mejor con pasta de dientes. Si aplicas un poco de pasta de dientes oxigenada sobre la lengua el resultado de la limpieza lingual será mucho más eficaz. Puedes dejarla unos segundos sobre la cara superior de la lengua y después frotar de atrás hacia adelante para eliminarla totalmente.
  4. Enjuague final. Para finalizar el proceso deberás enjuagarte la boca, abundantemente, con un colutorio. Eso sí, asegúrate de que no contenga alcohol para evitar irritaciones de la mucosa de la lengua. 

En resumen, si hasta ahora no lo hacías, es muy importante que incorpores la limpieza de la lengua a tu rutina de higiene bucodental. Y si, a pesar de seguir nuestros consejos para una correcta limpieza lingual, observas algún cambio en el aspecto de tu lengua, es fundamental acudir a tu odontólogo o estomatólogo, para que descarte cualquier problema de salud que pudiera estar provocando esta anomalía en tu boca.

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